Louis Pasteur. Albert Einstein / Difusora Cultural.

Albert Einstein.

Louis Pasteur: Introducció, 7 -- I. El deber y el prestigio, 9 -- II. Los antepasados: de la servidumbre a la Bastilla, 17 -- III. El padre, un mito a emular, 23 -- IV. Provincia, escuela y primeros estudios, 33 -- V. París, esa ciudad, 45 -- VI. Los comienzos del científico, 51 -- VII. Entre la aceptación y el rechazo, 57 -- VIII. Madurez, matrimonio y amigos, 67 -- IX. Las cartas familiares: intimidad y ciencia, 83 -- X. La ciencia en el siglo de Pasteur, 99 -- XI. Un paréntesis para los descubridores, 103 -- XII. Punto final a una larga polémica, 113 -- XIII. El reconocimiento oficial, 121 -- XIV. La causa está en los microbios, 129 -- XV. La esperanza tiene un nombre: vacuna-inmunización, 137 -- XVI. Los trabajos y los días, 147 -- Apéndice 1. Las grandes acumulaciones de la ciencia, 161 -- Apéndice 2. El microscopio, 173 -- Apéndice 3. El positivismo aplicado a la medicina: Claude Bernard, 177 -- Apéndice 4. Alimentación y técnica: del pan integral a la cadena del frío, 183 -- Apéndice 5. Las epidemias, 191 -- Apéndice 6. Los enzimas en el umbral de la vida, 199 -- Apéndice 7. Los institutos Pasteur, 205 -- Louis Pasteur y su tiempo (Cronología), 211.

Albert Einstein: Introducción, 7 -- I. Refractario a las imposiciones, 9 -- II. De Milán a Zúrich, 17 -- III. Suiza, su segunda patria, 29 -- IV. Un sitio para trabajar y un hogar para vivir, 35 -- V. Einstein, profesor de Universidad, 41 -- VI. En Berlín, entre la ciencia y la guerra, 49 -- VII. La teoría general de la relatividad, 59 -- VIII. Las teorías de Einstein se incorporan a la historia particular de la ciencia, 65 -- IX. Un científico itinerante, 75 -- X. De nuevo, en Alemania, 85 -- XI. Einstein no puede ser profeta en su tierra, 93 -- XII. Decepciones y enfermedad, 103 -- XIII. No es posible ser judío y alemán a la vez, 113 -- XIV. Apóstata del pacifismo, 125 -- XV. Una irreversible equivocación: las armas como garantía de paz, 131 -- XVI. La tragedia intima de un científico desilusionado, 147 -- XVII. Muere el hombre y el significo, y nace cl símbolo, 157 – Apéndice 1. La ciencia, a finales del siglo XIX, 165 -- Apéndice 2. Espacio y tiempo relativos y absolutos, 177 -- Apéndice 3. La teoría de la relatividad restringida, 187 -- Apéndice 4. Cuando la realidad parece correr tras de la ciencia, 199 -- Apéndice 5. Relaciones entre las ideologías políticas modernas y los científicos contemporáneos, 203 -- Apéndice 6. EI progrom. La persecución del pueblo judío a lo largo de la histona, 207 -- Albert Einstein y su tiempo (Cronología), 212.

Louis Pasteur: el nombre de Pasteur figura en cualquier lista de hombres importantes, si en último extremo, vamos eliminando nombres para quedarnos sólo con aquellos a los que podríamos denominar benefactores de la humanidad, el de Pasteur resistiría todas las pruebas. Si por añadidura, nos consta que tuvo que vencer no pocas ni débiles resistencias para que la burocracia y cierta opinión pública le perdonaran sus fracasos y para que los hombres de ciencia aceptaran la evidencia de sus descubrimientos, queda de sombra justificada de uno de los hombres que más han contribuido a dar la batalla, no siempre victoriosa al gran enemigo del hombre: la enfermedad, sobre todo, adelantándose a ella; practicando una medicina preventiva. Sirva como invitación para adentrarse en la biografía de Pasteur la simple evocación de una palabra que empleamos con la más absoluta naturalidad: pasteurización. Y sirva también otra realidad indiscutible: se puede perfectamente hablar de medicina antes de Pasteur no era fundamentalmente médico. Experimentó en su propia andadura humana y científica que es muy duro romper moldes.

Albert Einstein: tuvo la gran habilidad de conectar sus innegables dotes naturales con la arrolladora corriente del desarrollo de las ciencias físico-matemáticas en las postrimerías del siglo XIX. Si la genialidad consiste en establecer ese contacto, en mantenerse en tensión para captar los fenómenos que la gran mayoría se le escapan y ahondar en sus causas, poniendo además en ello grandes dosis de imaginación y de audacia para liberarse, llegado el caso, de lo establecido, de lo aceptado, bien podemos decir que Einstein es un genio. Así de sencillo y así de importante. En este marco queda encuadrada la formulación de las leyes y de los conceptos, en realidad no demasiado complejos, que constituyen la teoría de la relatividad, de tan enorme trascendencia en nuestros tiempos.