Napoleón Bonaparte. Miguel Angel / Difusora Cultural.
Tipo de material: TextoIdioma: Español Series Grandes biografíasDetalles de publicación: Barcelona : Difusora Cultural, 1988.Descripción: 251 y 221 páginas. : ilustraciones. ; 21 cmISBN:- 8475233341
Tipo de ítem | Biblioteca actual | Signatura | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras |
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Monografía - Colección General | SUCURSAL JUAN PABLO DUARTE Estantería | CT 181 .G73 .N3 1988 (Navegar estantería(Abre debajo)) | Disponible | 1010080 |
Miguel Ángel.
Napoleón Bonaparte: Introducción, 7 -- I. Napoleón, el hombre, 11 -- II. El cáncer de Waterloo, 31 -- III. Un corso trasladado a Francia, 43 -- IV. Entre Córcega y Francia durante la revolución, 51 -- V. La Revolución Francesa, 59 -- VI. La conquista de Toulon, 71 -- VII. La campaña de Italia (1796-1797), 79 -- VIII. La aventura de Egipto y Siria, 95 -- IX. El 18 Brumario, 103 -- X. Napoleón dictador y legislador, 113 -- XI. Arbitro de Europa por decisión propia, 123 -- XII. Grandes jugadas sobre el tablero europeo, 135 -- XIII. En busca de un heredero, 149 -- XIV. La Guerra de la Independencia en España, 155 -- XV. La campaña de Rusia (1812), 167 -- XVI. Fin del Imperio, 173 -- XVII. Ahora todo está consumado, 179 -- XVIII. Los cien días, 185 -- XIX. El solitario de Santa Elena, 193 -- Apéndice 1. El arte de la guerra, 201 -- Apéndice 2. Grupos y personalidades de la Revolución Francesa, 211 -- Apéndice 3. La idea y los intentos de crear una Europa como unidad política, 221 -- Napoleón y su tiempo (Cronología), 229.
Miguel Ángel: Introducción, 7 -- I. Temprana consagración, 9 -- II. El esplendor de la Florencia renacentista, 17 -- III. Una fama que comienza afianzarse, 33 -- IV. Julio II, 47 -- V. Miguel Ángel, pintor, 65 -- VI. Miguel Ángel, arquitecto e ingeniero, 77 -- VII. Arquitecto en jefe del Vaticano, 87 -- VIII. Por fin una mujer en la vida de Miguel Ángel: Victtoria Colonna, 95 -- IX. Miguel Ángel, íntimo, 103 -- X. La decadencia, 117 -- XI. La muerte de Miguel Ángel Buonarrotti, 129 -- Lo que Miguel Ángel supuso para el arte universal, 147 -- Apéndice 1. La técnica de la pintura al fresco, 153 -- Apéndice 2. Las familias de la pintura en el Renacimiento italiano, 171.
Napoleón Bonaparte: no hay que inventárselo ni deducirlo al cabo de un análisis profundo de su personalidad; lo confiesa él mismo paladinamente: Amo el poder, sí, pero lo amo como un artista , lo amo como un músico ama su violín, para sacar de él sonidos, acordes, armonías. El poder es su meta, su Norte y su guía. Pero no vaya a creerse que eso le quita el sueño: Y no tengo ambición o, si la tengo, es tan natural, tan innata en mí, se halla tan fuertemente ligada a mi existencia, que es como la sangre que corre por mis venas, como el aire que respiro; no me obliga a ir más deprisa ni de otra forma que los móviles naturales que hay en mí; jamás tengo que luchas por ella ni contra ella, ni me presiona un solo instante; siempre va al compás de las circunstancias y del conjunto de mis ideas. Es un destino contra el que no puede luchar. Todo en la vida de Napoleón se sale de lo normal; es fácil; y por tanto peligroso, adjetivar sus actos y sus comportamientos. Es una vida ejemplar, en el sentido etimológico, no ético de la palabra; es un punto de referencia para enfocar, analizar, comprender, no siempre justificar, otros actos y otros comportamientos. Quizás sea especialmente importante hacer un esfuerzo para, una vez recorrido el camino de su vida, acercarse a Napoleón derrotado, solitario, enfermo en una perdida isla del Atlántico Sur.
Miguel Ángel: Generalmente Miguel Ángel se nos pierde entre la espesa floresta de su variada producción escultórica y pictórica, entre los frescos de la Capilla Sixtina, la Pieta, el David o el Moises. Si queremos encontrarle, hemos de acudir a sus citas con Vittoria Colonna en los jardines de San Silvestre, en donde la viuda de Francesco Ferrante de Avalos, marqués de Pescara, cura su soledad en la oración y la penitencia y donde Miguel Ángel acude a consoloarse de su forzosa ausencia de Florencia, la ciudad en donde ha dejado sus afectos y que ha perdido libertad. Entre el solitario solterón recalcitrante, no tengo amigos ni los quiero, que ha rebasado ya la madurez de los cuarenta y cinco, hay una profunda coincidencia de ideas y de intenciones que nunca llegó a fundirse en el amor.
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