Este relato se resiste a ser colocado, en forma estricta, en un género determinado, pues no es ni una novela ni una biografía. En esencia, puede decirse que se trata de una evocación novelada de la pintoresca vida del padre del autor, el reconocido dibujante, editor e impresor, Bienvenido Gimbernard. Es, también, por el mismo hecho de ser una recreación amorosa y auténtica por parte de su hijo, un acto de devoción y cariño a su memoria. La obra constituye, además, un retrato excelente del espíritu y las circunstancias materiales que reinaban en una época de nuestra cultura, durante la primera mitad del siglo XX.