Acantilados distantes /
Luis Toirac ; fotografía de la ilustración de la cubierta Alberto Bass ; diseño de interior y arte de la cubierta Santiago Rivera ; fotografía del autor Lilén Quiroga.
- Primera edición / coordinación de la edición José Alcántara Almánzar y Elvis Francis Soto.
- 152 páginas ; 23 cm.
- Colección del Banco Central de la República Dominicana ; Serie arte y literatura ; volumen 234. número 82 .
- Colección del Banco Central de la República Dominicana. Colección del Banco Central de la República Dominicana. Serie arte y literatura. .
Ilustración de la cubierta: "Acantilado del Este", de Alberto Bass.
Prólogo / Cosmogonía, 21 -- Retorno, 23 -- La piedra filosofal, 25 -- La batalla solar, 27 -- La ciudad de la colina, o crónica de la suspicacia, 29 -- Apuntes nocturnos, 33 -- Desde el balcón. 35 -- Trayectoria, 47 -- Evolución silenciosa, 49 -- Artes adivinatorias, 51 -- Clepsidra, 55 -- El sabor de las horas, 61 -- Las hebras, 63 -- El espectro del acantilado, 75 -- Hazme sonreír, 83 -- Hazme sonreír (versión melancólica), 85 -- Refugio para noches de agosto, 87 -- Ocaso, 89 -- Parpadear (del cielo), 91 -- Oportunidad de amar, 93 -- Flamboyán, 95 -- Amado caos en tu nombre, 97 -- La osadía de Aníbal, 99 -- La luz maravillosa de Mon, 101 -- Al final de la escalera, 111 -- Tú ante ti, 113 -- Otra mañana, 115 -- Bubastis, 117 -- Desolación, 121 -- Albures, 123 -- Colección del Banco Central de la República Dominicana, 139. José Alcántara Almánzar, 15 --
Desde sus inicios como narrador, con La hiedra interior y Las ramas del viento, obras publicadas bajo el sello editorial del Banco Central de la República Dominicana, ya se advertía en la narrativa de Luis Toirac (Santo Domingo, 1966), el trazado de un inconfundible perfil de sí mismo a través de una serie de relatos que evaden los tópicos y muchos de los temas comunes a su promoción literaria, para adentrarse en un microcosmos imaginario donde están casi ausentes los reclamos de la política, la historia, la angustia existencial, o el absurdo del mundo contemporáneo mediante una escritura huida, hecha a base de oraciones por lo general breves y precisas, el narrador configura un universo muy personal donde la naturaleza estalla en una explosión de colores y fragancias, plantas y flores que enmarcan la acción de los personajes sin llegar a convertirse en una camisa de fuerza que ahogue sus acciones o meditaciones, ya que están ahí no a la manera de un decorado estático, sino como símbolos de un ecosistema posible elaborado a base de una prosa serena en que los diálogos resultan infrecuentes. En muchas de las ficciones -ensayos de Toirac en Acantilados distantes-, se evidencia un deseo de buscar la autenticidad del ser humano y la pureza de su alma en zonas apartadas de las urbes, mientras más lejanas mejor. Así, el campo, el bosque, la montaña, constituyen escenarios propicios a la soledad y el distanciamiento, a la reflexión sobre la vida y sus azares, sus enigmas y contradicciones.